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Hace ya muchos años y con la muerte de una persona joven, de la que recibí sus reflexiones, empecé a pensar en la realización de este cuadro, en el que en ningún momento me he centrado en buscar su apariencia, sino en la representación de unos signos, experiencia de vida, la mía.
Recuerdo lo apasionante que me resultó una doctora holandesa, nacionalizada americana Elisabeth Kübler-Ros en sus narraciones de “Vida después de la vida” y cómo la muerte  a la que la sociedad da la espalda, puede no solamente ser aceptada, sino que puede ser alegre, para quien la experimenta.
Yo tenía mis ideas sobre el particular y la decisión final la tomé, cuando descubrí el Cristo tallado en madera de roble y de autor desconocido, del Castillo de San Francisco Javier en Navarra que en su agonía está sonriendo.
Me imaginé mi cuadro en donde con signos pudiese representar la vida. El primer signo fueron unos árboles en flor, preludio de vida y fruto , el segundo fue una hoja caída dorada-marrón símbolo del otoño de la vida, que ya se han soltado del árbol, para que otras ocupen su lugar en la futura primavera.
El tercero son unas manos entrelazadas caminando en dirección a un precipicio, la de  Tere con pulsera y la mía,  en  la lejanía, se ve un ser incorpóreo, símbolo de su espíritu, que va a lanzarse a un abismo, negro oscuro, que es la muerte, en un acto de fe, nadie tiene un certificado de la existencia del cielo, ni de Dios, por eso es un acto de fe
Se lanza, porque cree y confía en Jesús a quien ve sonriente, por eso atravesará, primero el abismo, después un desierto, después un mar en calma y por último se encontrará con Jesucristo resucitado y sus seres queridos que vienen a recibirle, así me lo trascribió una persona con leucemia, de como lo veía ella.
La fe.-“Yo voy delante de vosotros para prepararos un lugar”,Lo representa ese Cristo de San Francisco Javier, que después del abandono, traición, martirio y crucifixión pasando por ¿Padre porque me has abandonado?, alcanza a ver a su Padre-Madre que le espera y sonríe, le llama “Papa en tus manos entrego mi espíritu”
Las cabezas que están en el cielo de algunos de mis familiares, amigos y conocidos no tienen cuerpo, porque en esa nueva dimensión de vida, no lo necesitan, sin embargo van a seguir creciendo y los vamos a tener cerca de nosotros. (Quién no ha sentido la presencia de un ser querido muy próximo a él).
Las cabezas de abajo llorando, representan a mi familia que lloran de tristeza por nuestra partida, al no caer en la cuenta de que ya nunca, nos separaremos de ellos, acompañándolos y aconsejándoles cuando nos lo pidan
Por último a la izquierda del cuadro y arriba represento las cabecitas de algunos de mis perros a los que sitúo en la montaña, muy cerca del cielo, simbolizan el amor humano, más espiritual, si cabe la palabra entre nosotros, representado por la nobleza del perro que ama incondicionalmente.

 

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